13 abr 2012

Locas y locuras en la oficina

Son las 17:14 de la tarde del día… ya no recuerdo ni el día que es. Quedan 45 minutos escasos para irme de esta cárcel y me ha caído un repentino marrón. Me pongo manos a ello, me esfuerzo para que salga todo adelante y bien, pero parece que va a ser difícil. Estoy empezando a sudar, a preocuparme, me pongo nervioso… intento calmarme, relajarme y vuelvo a concentrarme… Una voz enlatada me interrumpe.
 
          -¡Hola!
 
Mierda –pienso– justo ahora que parece que ya lo tenía, me pilla con todo este jaleo y me interrumpe.
 
          - Hola –respondo con cierta vaguedad en la voz.
         
          - ¿Qué tal?
 
Coño, ya me ha tocado el pesado con ganas de hablar… ahora que tengo prisa por quitarme esto de encima antes de irme.
 
          - Pues aquí, intentando centrarme en esto.
 
          - ¡Ah! Qué bien –me responde… y continua- ¿Qué haces esta noche?
         
          -¿Cómo dices perdona? –le respondo asombrado.
 
          - Te acuerdas que hemos quedado esta noche ¿no?
 
Arrea… y cuando he quedado yo con este tío, no lo conozco, mis compañeros ni me lo han presentado, solo sé que le llaman PornoGranjero.
 
          - Perdona… no sé muy bien de que me estás hablando.
 
          - Espero que te prepares para gozar esta noche… ya sabes… jejeje.
 
Miedo. Terror. Desorientación…
 
          - Er… -mi cerebro está colapsado, no entiendo nada ¿qué pasa hoy en esta oficina?– Esto… mira, no sé ni quién eres, no nos han presentado, no entiendo que es lo que me quieres decir.
 
          - Prepárate, yo ya lo estoy haciendo, me estoy maquillando para estar divino para ti.
 
Bueno… esto pasa de castaño oscuro, con ¿quién coño se ha creído esté que está hablando? Le voy a decir cuatro cosas en cuanto salga.
 
Me esfuerzo más que nunca– NGGGGGGHAAAAASSSS –¡¡¡¡Por fin!!!! Por fin, he soltado el pedazo ñordo que me estaba matando. Tiro de la cadena y salgo ofuscado del retrete dispuesto a cantarle las cuarenta al sarasa este que no deja a uno cagar tranquilo. Me está dando la espalda y en el reflejo del espejo que tiene enfrente, compruebo que efectivamente ¡¡¡se está maquillando!!! ¿¿¿ Pero qué mierda es esta???
 
          - Oye tú pedazo de julandrón, ¿quién coño te crees para acosarme de esa manera en un sitio como este? ¡¡¡En los putos baños del trabajo!!! Serás desgracia…
 
Se ha vuelto, me mira… le miro… veo como su mano izquierda sostiene el móvil por el que ha estado hablando. Lo aparta para tapar el micrófono y dice.
 
          - ¿Perdona? ¿Qué coño estás diciendo?
 
Mierda, mierda, mierda –pienso- que cagada. Decido ponerme rojo como un tomate y sin perder de vista a PornoGranjero procedo a efectuar una rápida retirada, salgo de los baños de espaldas y cierro la puerta. Vuelvo a mi sitio pensando que he tomado una buena y rápida decisión, a pesar de no haber podido lavarme las manos churretosas.
 
Ya en mi sitio, haciendo que trabajo, observo de reojo que PornoGranjero vuelve del baño, se dirige a mí. “ostias… ostias … ostias … ¿Qué querrá?”, ¿partirme la boca? ¿Partirme el culo? ¿Partirme de risa?... Ah no, va al sitio de Pingüi. Les oigo cuchichear, seguro que le está contando el incidente del baño. “¡¡¡Mierda!!!, vaya fama me voy a crear”.  Agudizo el oído de oír:
 
          - Esta noche pillo cacho seguro, ¡¡¡que las tengo a todas loquitas!!!
 
          - Y un huevo, con menos pelo serías como Homer, ¡porque eres simple y barrigón! ¡¿Qué las vas a tener loquitas?!, no te lo crees ni tú –responde Pingüi- ¿Vas a ir con esa camisa?
 
          - Sí, claro, ¿cómo quieres que vaya? Voy divino. ¿Qué le pasa a esta camisa?
 
          - Esa camisa es de leñador.
 
          - No, esta camisa es de hOOOOOOMMMbre (léase con mucho énfasis en la O y parte de la M), ya verás. A ver cuerpo –dirigiéndose a MaryPerlas- dime con la mano en el corazón. ¿Quién de los dos tiene más pinta de gay, Pingüi o yo?...
 
Vale… ya, ya he escuchado suficiente, son las 17:56 y no aguanto más tontadas. ¿Cómo es posible que pueda escuchar este tipo de conversaciones alrededor de mi puesto de trabajo? Dios, ¿existes? ¿Qué hice mal en mi vida pasada para acabar aquí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario